martes, 6 de noviembre de 2012

Tu pasado.

Esto es tuyo, te pertenece, es tu pasado, aunque pretendas huir de él, aunque cada movimiento que hagas, cada paso que des sea con el objetivo de alejarte de él, de tu verdad, esa que te hiere, que te hace daño...
Abre los ojos, el pasado existe, reconócelo y acéptalo... Deja que te rompa en pedazos, que te haga llorar, déjalo, es buena señal, es significado de que lo sientes, de que lo reconoces como tuyo, pero no pretendas "olvidar por un rato" para después volver y comenzar de nuevo, para volver a intentar aceptarlo y morir en el intento una y otra vez.
Vence al problema, aceptándolo, no alejándote de él.

Suerte en el camino.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Maldita soñadora...


Estoy sentada donde siempre, sentada bajo la luz de siempre, sentada en mi lugar favorito, sentada bajo la misma música de siempre. Acabo de descender, de bajar, de caer, y me he venido aquí, a pensar, a recordar, a reflexionar...
Y me he dado fuerte, muy fuerte.

…. hace no mucho, una nube, una ilusión llegó a mí. Y yo, chica soñadora, muy ilusionista, decidí montarme en la nube, agarrarme a ella, dejarme envolver. Me dije una y otra vez, esta nube es buena, esta nube no me va a tirar como hicieron las otras, esta nube tiene un buen conductor, un conductor que no quiere que caiga y me golpee fuerte, tendrá cuidado.
Yo, chica que no aprende, chica que sabía perfectamente que podía caer, de hecho, chica acostumbrada a caer, a caer y darse un buen golpe, yo, chica con ganas de soñar, de creer en lo perfecto, decidió montarse en la nube, decidió ilusionarse, mucho, poco, demasiado… no lo sé, no lo sé… pero me ilusioné.
El conductor de la nube, me llevó a lo más alto, conseguí tocar la luna, e incluso el sol. Durante el camino, también noté que me caía, que bajábamos y casi rozábamos la tierra, que se movía más de lo normal, pero nunca llegábamos a caer, simplemente me miraba y me decía, tranquila pequeña soñadora, no nos caeremos, ni pienso parar aquí.
Y ahora estoy sentada, con los pies en la tierra, recuperándome del golpe, de la caída.
¿Sabes? Me mintió, el conductor, él, me mintió. Se apoderó de mis ganas de soñar, de mi sonrisa, de mí, de mí entera. Me envolvió de una manera, me miró de una forma, que lo creí.
No tuvo compasión, me dejó caer cuando estaba en lo más alto, cuando yo misma creía que tocaríamos la realidad, cuando pensaba que el sueño dejaría de ser un sueño para ser la realidad, mi realidad. Ahora que lo tenía, se fue...
Pero me ilusioné demasiado, soñé demasiado y ahora tengo que pagar las consecuencias de haber soñado por tanto tiempo.
Ya he pagado demasiadas veces, tantas como veces he soñado, tantas como veces me he ilusionado. Pero esta será una vez más.
Maldita soñadora, maldita pequeña soñadora.
Maldito conductor, que era igual que los otros,  maldita sonrisa que me convenció, maldita su mirada. Lo hizo todo tan mágico, tan real.

Estoy aprendiendo a caer, pero no quiero aprender a caer, quiero aprender a decirle no a las nubes que vuelan alto. Quiero aprender a decirle sí a los sueños reales, a esas ilusiones que se puedan conseguir, pero no soñar por encima de mis posibilidades.
No quiero hacerme ilusiones si sé de sobra, que no podrán ser más que eso, simples ilusiones.


Te prometo...

Te prometo...
Que viviré.
Que sentiré cada pedazo de aire que se cuele por mi boca.
Que soplaré las velas y pediré un deseo.

Te prometo...
Que despertaré en la noche tenebrosa y miraré tus fotos. 
Que cada vez que camine sola te sentiré a mi lado. 
Que cuando no pueda verte, te dibujaré en mi mente.

Te prometo...
Que necesitaré algo más cuando no estés.
Que cantaré todos los días nuestra canción.
Que revelaré todos los secretos que me prohibiste revelar.

Te prometo que te perteneceré cuando ya no puedas pertenecer nada. 
Te prometo que sueño contigo, que vivo pensando en tí. 
Te prometo que te amo.

Te lo prometo.